¿Es Cristo nuestro modelo?

Filipenses 2:5 Dejen que la actitud del uno al otro sea gobernada por el estar en unión con el Mashíaj Yahshúa 
Tomado del texto hebreo
Filipenses 2:5 Haya, pues, en vosotros la misma mentalidad que hubo también en Mashiaj Yeshua
Primero Jesús ya tenía la mentalidad. Hubo un sentir porque había una mentalidad, una manera de pensar que se desencadenó en una actitud.
Este es el mismo principio que opera en nosotros. Hay un sentir, una mentalidad porque hemos ejercitado nuestra mente entreteniendo un sentimiento u opinión que se desencadena a partir de una experiencia, a partir de la cual queda grabada una imagen que (puede ser una percepción falsa) se refleja en una acción.
Para pensar como Cristo debemos experimentar que estamos unidos a Él.
Filipenses 2:6 Aunque era Dios, no consideró que el ser igual a Dios fuera algo a lo cual aferrarse.
Cristo no pensó el ser igual a Dios como un derecho o algo a lo cual aferrarse. Su pensamiento no fue conseguir la gloria personal, sino la del Padre. No eligió pensar en que podía justificarse o defenderse porque era Dios.
En el paso uno tuvo un sentir, en el dos consideró elegir qué pensar de acuerdo al Padre. No estimó como valor el ser igual a Dios, aunque lo era, porque en su mentalidad había una imagen que quería reflejar al Padre, y sus intereses.
Cosa a que aferrarse. Quisiera resumir o redactar el versículo de la siguiente manera: Quien, aunque de la misma naturaleza que Dios, no pensó que eso fuese algo digno de ser explotado para Su propia conveniencia.
Nuestra naturaleza humana o como también le llamamos en ocasiones naturaleza caída va a intentar levantarse y mostrar su propia imagen (que estamos mostrando???? Es la imagen de Dios????). La naturaleza caída del alma busca tener un nombre, una reputación, busca defenderse, justificarse, esconderse de Dios y tratar de mostrar su propia verdad.
Cristo tomó la decisión de despojarse y humillarse para llevar a cabo una acción que glorificaría y cumpliría la voluntad del Padre.
Filipenses 2:7 -8 sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y hallándose en la condición de hombre, se humilló a sí mismo al hacerse obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

Debe haber una disposición a humillarse y renunciar al ego para que la mente de Cristo pueda ser exaltada, ya que el orgullo pertenece a la mente natural.
Y quisiera decir por último, Cristo fue obediente hasta la muerte y por ésa razón el Padre pudo exaltarlo.
Vemos como el pensamiento de Jesús se mostró en una verdadera acción por medio de la obediencia.
Jesús no deseaba dominar a los hombres, sino servir a los hombres; no deseaba seguir Su propio camino, sino el de Dios; no deseaba exaltarse a Sí mismo, sino renunciar a toda Su gloria por amor a los hombres; este es su pensamiento.
Jesús era Dios, su misma esencia era la divinidad porque en Él habitaba corporalmente toda la plenitud de la deidad, pero decidió humillarse y vaciarse tomando exteriormente otra forma, la de hombre, sin embargo, Él nunca perdió de vista quién era interiormente, su identidad divina estaba sellada. Muchas veces el problema de actuar con una mente no renovada es no saber quiénes somos interiormente y a quién tenemos. El Dios del universo habita en nuestro espíritu. No olvidemos que todo lo que Cristo realizaba era motivado por el amor.
La combinación más fuerte es amor y humildad que traerá como consecuencia obediencia y cumplimiento de la voluntad de Dios.
En Mateo 26:36-39 Entonces Jesús llega con ellos a un lugar llamado Getsemaní, y dice a los discípulos: Sentaos aquí, mientras voy allá y oró. Y tomando a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y angustiarse en gran manera, y les dice: Una tristeza mortal está sobrecogiendo mi alma. ¡Quedaos aquí y velad conmigo! Y yendo un poco más adelante, cayó sobre su rostro, y orando dijo: ¡Padre mío, si es posible pase de mí esta copa! pero no como Yo quiero, sino como Tú.

Jesús sintió el impacto de sus emociones en Getsemaní, pero su mirada y su pensamiento solo decía: Cumpliré la voluntad de mi Padre. Allí en Getsemaní, Él no dejó que su alma dictara lo que tenía que hacer. Él sentía una tristeza muy profunda en su alma, en ese momento podría haber manifestado una mentalidad de víctima pensando "no es justo que pase por esto", o de defensa propia, pero aún en su declaración si es posible pasa de mi esta copa, se reflejaba su pensamiento y al final Él dice que no sea mi voluntad sino la tuya sujetando con esta declaración sus pensamientos a la voluntad del Padre.
Un abrazo que Dios les bendiga

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