" Al otro día de la pascua comieron del fruto de la tierra, los panes sin levadura, y en el mismo día espigas nuevas tostadas" Josué 5:11.

A menudo nos encontramos con algunos elementos muy simbólicos y significativos para nosotros los cristianos, como por ejemplo "el cordero", "el maná", "el fruto de la tierra", pero si en estos elementos hacemos una pequeña y tal vez muy superficial reflexión podemos darnos cuenta que el cordero, el maná, el fruto de la tierra eran comidos. El pueblo se alimentaba de los tres elementos antes mencionados.
El pueblo no pensaba simplemente en la carne del cordero, o la miraba, o al maná, o al fruto de la tierra; sino que lo comían, sentían que lo necesitaban; participaban de el, e incluso podemos decir que a través de estos elementos que eran básicamente alimentos recibían fuerza para el largo camino y el servicio.
Pero ¿cual es la instrucción para nosotros en este tiempo? los tres elementos anteriores son tipos de Cristo. por lo tanto el llamado para hoy sin tener estos tres elementos es darnos cuenta que tu y yo tenemos el privilegio de tener no figuras de ese Cristo, sino que lo tenemos a él. podemos dar gracias a Dios que no son elementos ni figuras que tengamos que interpretar con dificultad tenemos la posibilidad de ver al Cristo.
Pero ahora entonces que nos queda? alimentarnos de Cristo, y debemos ser muy reflexivos en esto de alimentarnos de Cristo, ya que este ejercicio que hacemos no se trata solo de pensar acerca de el, leer sobre el, escuchar de el, o hablar de el, ya que de eso SABEMOS MUCHO, que no quede solo en el saber, que de eso estamos llenos. Esto ha provocado llenarnos de ejercicios espirituales muertos, fríos y formales que han marcado rutinas que nos hacen parecer fuertes pero que en el fondo deja ver en nosotros vanas repeticiones de las que carecemos de una consistencia real de lo que debe ser Cristo en nosotros. Comamos de el y nos pareceremos a el.